"Si intentas obligar a tu hermano, por ejemplo a través del miedo, a que te descubra los secretos de su corazón, mira, entonces este te ocultará su corazón y te reprenderá para que refrenes tu curiosidad inpertinente. Por eso es mejor que no te preocupes por los secretos del corazón de tu hermano, sino por su amor: Observa si es que te ama tanto como tú le amas.
Pero si no te preocupas por lo que es propiedad de él, sino le amas diez veces más que a ti mismo, mira, en cuanto se entere de este detalle, abrirá su corazón ante ti y te informará sobre todo aquello que te puede servir o alegrar — todo detalle que dé él harán un hermano para ti, lleno de confianza.
Ved pues, queridos hermanos, lo mismo pasa también cuando se trata del Señor: ¿Quién podría alguna vez obligar a Dios a que Él se le muestre y descubra? — Y aunque lo hiciera, ¿quién podría soportarlo sin perder la vida? Pero si amas a Dios sobre todo, Él te introducirá en toda sabiduría y en la mayor comprensión, de eternidad a eternidad, más y más, conforme a la facultad y las dimensiones del amor que le abrigas en tu corazón.
Oh, querido hermano, por eso no hagas investigaciones, ni cuides de tu intelecto, sino ama con todas tus fuerzas a Dios, nuestro Padre santo, tan lleno de Amor — y en un solo momento, vas a recibir más de lo que tu intelecto con su mayor agudeza no podrá desvelar, ni malamente en milenios.
El Amor es la raíz de toda sabiduría; por eso, si quieres volverte verdaderamente sabio, ¡entonces ama! —
Pero cuando ames, ¡ama por la causa del Amor y nunca por la Sabiduría, y serás verdaderamente sabio!"